viernes, 15 de junio de 2012

Capítulo 5. Sonríe.

Me quedé estupefacta mirando la blanca puerta de su casa.

-Será...-maldije sin poder terminar la frase.

Me di la vuelta y me alejé, yendo por el mismo camino por el que habíamos venido.
Pronto encontré mi casa, ya que él vivía en una calle paralela a la mía, pero un poco más cerca del parque. Cuando me llevó cogida de la mano, ese camino se me hizo eterno y no reconocí la zona; seguramente porque me pilló en un mal momento...

Llegué hasta la puerta de mi casa, miré por última vez la blusa que llevaba en mi mano y la camiseta azul que tenía puesta. Respiré y metí la llave en el cerrojo. Rápida como el viento, entré y subí las escaleras para que mi madre no me preguntase nada.

Ya arriba, en mi habitación oí su voz.

-¿Hija qué pasa? ¿Qué tal el examen?

Me cambié rápidamente la camiseta y me puse otra, me quité los pantalones largos y me puse unos cortos y salí.

-Nada mamá, es que tenía mucho calor. -dije como excusa mientras bajaba las escaleras- El examen bien, como siempre.

Lo que quedaba de día pasó sin más complicaciones y de nuevo, la rutina de siempre, despertarse.

La molesta alarma se hizo oír a través del sueño, la apagué, desayuné y me vestí. Ese día quería cerciorarme de lo que me ponía así que cogí unos vaqueros estrechos, una blusa blanca y unos zapatos negros, algo normal y sencillo. Miré la camiseta de Lucas por última vez, pero no la cogí, tenía pensado ir a su casa esa tarde.

Agarré la mochila y salí por la puerta mientras me despedía de mi madre. Caminé rápidamente evitando el parque, por lo que tuve que dar un pequeño rodeo. En la parada de metro metí, como de costumbre, el ticket para que la máquina me dejase pasar y al ver el metro en la parada, corrí con todas mis ganas.

Estaba a unos pocos metros y pensé que no lo lograría, las puertas se estaban cerrando cuando conseguí, por fin, entrar. Respiré tranquila mientras evitaba que las puertas pillasen mi mochila. Miré el vagón, los miércoles no eran ninguna sorpresa. Tres hombres trajeados, y dos chicas estaban sentados aleatoriamente en el vagón, alejándose entre sí lo más que podían. Era extraño y normal, la gente cuando anda o se sienta siempre evita la cercanía del resto de desconocidos, al andar vamos buscando esos huecos que nos mantengan a una distancia prudencial de los demás. Pero como contradicción, siempre estamos buscando nuevos amigos e intentar aumentar nuestros círculos sociales.

Me dejé caer en un asiento que había en medio del vagón, manteniendo el espacio vital que necesitaba el ser humano a su alrededor. Abracé la mochila y apoyé, como de costumbre, la cabeza en la ventana.

El altavoz rompió el silencioso traqueteo y al rato, el metro paró de forma pausada hasta quedar completamente quieto. Las puertas se abrieron y por ellas entro solo la brisa y un aroma a hierba y mar...Un momento, ¿solo la brisa? Volví a mirar y ahí estaba, con las manos en los bolsillos y con una mochila en la espalda. Entró con la cabeza gacha y con sus particulares gafas rojas. Llevaba unos pantalones largos y negros, una camiseta negra de manga corta y encima, una camisa roja de cuadros (de esas que me recordaban a los leñadores) abierta y unas zapatillas nike, rojas, anchas, remataban su vestimenta. La camisa de cuadros las llevaba arremangada, con lo que se podían admirar la musculatura y las venas de sus antebrazos.

Se quedó de pie, a pocos metros de mí y sin mirarme, sonrió.

-¿Por qué sonríes?-pregunté en un murmullo.

Él inclinó la cabeza hacia mi dirección

-Porque hoy no te has echado perfume-contestó mientras se acercaba y se sentaba enfrente. 

Miré por la ventana y esbocé una pequeña sonrisa.

-¿Eres consciente de ese pequeño ruidito que haces al sonreír?-dijo inclinándose un poco 
para delante.

Sí, sí era consciente, pero porque me lo decían. Mucha gente se había metido conmigo por esa razón en el pasado y aunque procuraba evitarlo, era algo que hacía sin querer. No me daba cuenta hasta que alguien me avisaba de ello.

-Ya... -dije llevándome la mano a la frente- es horrible.

-No, no, para nada. -dijo para mi sorpresa apoyándose de nuevo en el respaldo- Es agradable, es una sonrisa que puede percibirse por dos sentidos. -dijo sonriendo de lado- 

Cuando estés conmigo no te preocupes de eso.

-¿Cuándo esté contigo?

-Al menos una vez más nos encontraremos. No creo que lleves mi preciada camiseta al instituto para olerla por el camino. -se apartó el flequillo sacudiendo la cabeza.

El metro se paró de nuevo y busqué el nombre de la parada. No era la mía pero...¿sería la suya?

-¿Siempre coges este metro? -pregunté extrañada de que llevase una mochila. Nunca había coincidido, hasta el otro día, con él en el metro. ¿Eso quería decir que había empezado a coger esta línea desde que le conocí para ir al instituto?

Volvió a inclinarse hacia delante, apoyando los antebrazos en sus piernas.

-¿Qué prefieres que te diga? ¿Que después de lo de ayer no podía dormir sabiendo que podían encontrarte de nuevo y por ello intenté coincidir hoy contigo? ¿O tal vez que desde que te conocí espero en mi parada hasta verte en el vagón?

Más que dos opciones parecían dos excusas. Reí.

-Me gusta tu risa. -dijo mirándome a los ojos bajo sus gafas.

Me di cuenta de que aún tenía la herida del labio de ayer, desvié la mirada hacia otro lado antes de que se diese cuenta de que había observado con demasiada atención su boca.

-A mí me gusta tu espontaneidad. -le respondí.

Él rió.

-¿Esta tarde vendrás a mi casa? -preguntó.

-¿Tanto te costó esa camiseta? -dije con cierta ironía.

-Costar...no. -respondió a mi ironía con una sonrisa- Pero tiene mucho valor.

-¿Alguna vez te han dicho que ese olor a hierba y mar no es tan valioso? -me lo estaba pasando realmente bien. Sus conversaciones siempre eran amenas..
-¿Crees que el valor de la camiseta es por mi aroma? -se acercó más a mí.- Es por el tuyo princesa.

Cada vez me gustaba más que me llamase princesa.

-Pensé que tu ego era más fuerte.

-¿Antes has dicho hierba y mar? -rió- Es bastante gracioso.

-¿El qué?

-Que asocies mi aroma con eso.

-¿Por qué? -dije cada vez con más dudas en mi cabeza.- No tienes sentido.

-Eso hace más gracia aún. -rió con más fuerza- No tengo sentido...-repitió.

Algo rondaba por mi cabeza desde que le vi aparecer. Estaba perdido, fuese lo que fuese, por mi mente, como si se ocultase de mi curiosidad. Le volví a mirar y me acordé al momento.

-Nunca te he visto sin gafas.

Su sonrisa se apagó como una vela de cumpleaños.

-No hay nada que ver. -contestó desviando su mirada hacia la ventana. Le observé curiosa, sin comprender casi nada de su comportamiento. Parecía que tenía doble...no, triple personalidad. Primero estaba aquella persona confiada y traviesa, que era la que mostraba casi siempre, su segunda personalidad era sensible y triste, como la que había mostrado en ese momento o la que mostró el día anterior al abrazarme. Y la tercera, estaba...vacía. Era como una farsa en la que Lucas se comportaba de una manera...rara. “No es necesario” 

Recordé sus palabras y sentí el escalofrío que noté en ese instante.

Le volví a mirar, él seguía observando por la ventana con la cabeza levemente agachada. ¿Qué le hacía ser una persona distinta cada vez? ¿Qué le sucedía que le entristecía tanto? ¿Cómo averiguó mi nombre? ¿Por qué siempre lleva esas gafas? ¿Por qué...

-Esta tarde conocerás a Gato. -dijo sin apartar la mirada de la ventana.

-¿Gato? -pregunté perdida ya que me había sacado de mi ensimismamiento.

Él sonrió y me alegré de ello.

-Sí, Gato.

-¿Llamas a tu gato, Gato?

Él volvió a reír y me di cuenta de que me agradaba ese sonido. Mantuve en mi cabeza la idea de hacerle reír más veces.

-Ya lo verás cuando llegues. -se echó el flequillo hacia atrás con la mano y éste volvió al descuidado sitio en el que se encontraba antes.- Sé que te agrada mi compañía, pero...¿Ésta no es tú parada?

Advertí con sorpresa como finalizaba el aviso de mi parada y me levanté de golpe asustada.

-Esta tarde nos vemos, ¿no? -me despedí.

-Recuerda mi camiseta, a ver si con las ganas que tienes de verme se te va a olvidar. -si no tuviese gafas seguramente hubiese guiñado un ojo.

Sonreí, me acerqué a la puerta y salí por ella. Ya fuera, vi como desde su asiento, Lucas me sacaba la lengua.

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Jajaja Eres la única que comenta :D
      Gracias de verdad! Gracias por leerla, gracias por comentar, gracias!!

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  2. Me encanta la historia!! habrá más capítulos? Espero que si! :D

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    1. Me alegrooo!! Graciaaaas!!!
      Síiii por supuesto que habrá más capítulos, estoy en ello! Tienes twitter? Puedo avisarte cuando lo saque, si quieres ^^

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  3. engaxa y eso ya es decir algo bueno ...me gustaa

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    1. Tengo la ligera sensación de que a ti te conozco... ¬¬
      Muchas gracias por molestarte en leerlo seas quien seas y me alegro un montón de que te guste!! ^^
      Que guay que te enganche!! yupiiiiii :D

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  4. daskjdhaskdasdhlskdjshdakdhas Capitulo indescriptible, extraño, no sé... Cuando digo extraño, no pienses que es malo o algo así, al revés, es muy muy bueno, lo que es extraño es el personaje de Lucas que sinceramente me encanta, asjdaslds
    Un besiiito :)

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    1. jajajaja (creo que cuando te respondo siempre empiezo riéndome)
      Te adoro, en serio!!

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