Capítulo 12. Sí, ¿por qué no?

Eran las 8 cuando salí de la ducha envuelta en una toalla y mi pelo en otra. Sacudí mi cabeza en un intento por quitarme el agua que me había entrado en un oído, pero no funcionó.

La casa estaba muda, en un silencio ridículo mezclado con un extraño zumbido. Anduve descalza hacia mi habitación, con cuidado de no resbalarme con mis mojados pies y abrí el armario. Sara había tardado un día entero en prepararse y conociéndola, iría como si de una boda de tratase. 

En mi mesita de noche reposaba mi iPod con sus pequeños altavoces negros mientras llegaba el final de Go Hard de Kreayshawn. Cogí la ropa interior a juego que era negra con detalles en blanco y me la puse. Empecé a secar mi pelo con la toalla justo en el momento en el que la reproducción aleatoria del iPod me daba una de sus sorpresas: Want U back de Cher Lloyd. Justo al oír las primeras notas de la canción gruñí para unirme al grito de Cher. Tiré las toallas al suelo y me subí a la cama mientras cogía un peine e imaginaba que era un micrófono.

-Hey boy, you never had much game, so I needed to upgrade. -canté tan fuerte como pude mientras saltaba encima de mi cama con ropa interior. Sujetaba ferozmente el peine y mantenía los ojos cerrados imaginándome un público ensordecedor que gritaba mi nombre.-Remember all the things that you and I did first? And now you're doing them with her.-sentía mis pulmones libres, fieros, como si cogiese aire después de haber estado una eternidad debajo del agua. Mi cuerpo vibraba pidiendo moverse al ritmo de la canción que estaba cantando y yo le dejaba. Sacudí el pelo mandando gotitas de agua por toda mi habitación.-I want you back, I want you back, I want you, want you back.

Después del estribillo, dejé a Cher sola con el resto de la canción mientras yo me seguía secando el pelo. Notaba con el tiempo se me estrechaba mientras miraba mi armario en busca de algo adecuado. Al final acabé eligiendo un vestido gris, sencillo, informal. Cogí un finito cinturón negro, un pequeño bolso del mismo color y dos pulseras como complemento. Me puse a buscar entre mis zapatos hasta que di con los que quería: unos negros formados con dos cintas que se cruzaban.

Me fui al baño y observé el estado natural de mi cabello. Las ligeras ondas lacias de mi pelo castaño caían tintados de un sutil rubio veraniego. Después de varios intentos a prisa y corriendo preferí dejarlo tal cual, suelto. No me maquillé mucho, le dí un ligero de rubor a mis mejillas, me puse máscara de pestañas y me pinté los labios con un gloss bastante natural. Por un momento dudé de si echarme colonia o no, pero al recordar la sugerencia de Lucas la dejé a un lado. Volví a mi habitación, en la que aún cantaba Cher y preparé una mochila con mi pijama, ropa para mañana y una bolsa de aseo. Iba a pasar la noche en casa de Sara. Antes de salir de mi casa me miré en un espejo de cuerpo entero. No era mi mejor conjunto, pero no me quedaba mal. Sonreí a mi reflejo infundiéndome ánimos y me fui.

A las 9 y once minutos estaba tocando el timbre de casa de Sara. 

-¡Llegas tarde!-me dijo nada mas abrirme. Me cogió de la mano y me tiró hacia dentro mientras cerraba la puerta. Como pensé, Sara llevaba un vestido amarillo, demasiado elegante pero precioso. Era ajustado, corto y de palabra de honor. Iba descalza y su cabello formaba una extraña maraña de pelos despeinados.

-¿Qué te ha pasado en el pelo?-dije intentando que no se me escapase ninguna sonrisa.

Sara me fulminó con la mirada.

-He tenido un pequeño incidente con la plancha.-dijo- Y eso que he estado todo el día con unos rulos para darle forma y volumen.

-Vale, vale, no te preocupes. -contesté intentando ponerme seria.- Siéntate.

Ella me hizo caso. El pelo suelto no era una opción, había que recogérselo de alguna manera. Me puse detrás de ella, le peiné el cabello y le hice una trenza hacia un lado.

-¿Ves? Ya está. Todo arreglado. Contesté.

Veinte minutos más tarde corríamos como podíamos con los tacones por el centro. Yo me reía como una loca, seguramente debido a la noche que siempre me alteraba.

-¿Qué te hace tanta gracia?- preguntó Sara con una sonrisa de curiosidad.

-Parecemos muy tontas corriendo con esto.-contesté señalando los zapatos.

De pronto escuché un armonía melodiosa, la reconocía pero no recordaba de que era. Quise girarme y andar en esa dirección para intentar sonsacar el título de la canción pero llegábamos tarde.

Entramos en el mítico pub “Jake” después de pararnos a coger un poco de aire. Allí, junto a la barra había tres chicos a los que Sara se dirijía. Dos eran altos y uno un poco más bajito. Sara se acercó por detrás al rubio, al más bajito y le tapó los ojos.

-¿Quién soy?-preguntó.

El supuesto Esteban se giró y la cogió de una de las manos que tapaban sus ojos.

-Una tardona.-le contestó. Luego me miró y sonrió. Esteban era lo que me había imaginado, “el prototipo Sara”: rubio con ojos azules.-Tú debes de ser Leire.-se acercó y le di dos besos. Se giró a los otros dos.- Estos son Nicolás y Daniel.

¿Daniel?

Sí, se llamaba Daniel pero no era mi Daniel. Quiero decir, el Daniel que yo conozco. Éste era rubio con el pelo rizado y tenía unos bonitos ojos marrones. Nicolás, en cambio, tenía el pelo liso y castaño y su cara estaba decorada con unas bonitas pecas que bañaban su nariz y un poco sus mejillas.

Después de saludarlos a todos nos buscaron unas sillas. Nicolás me cedió la suya con una sonrisa y Esteban le buscó una a Sara. Me senté al lado de Sara, con Nicolás a un lado mientras que Sara estaba flanqueada con Esteban. Pedí un Manhattan, y solo al dar el primer sorbo me di cuenta de lo mucho que añoraba el sabor de esa bebida.

-Creo que todavía no te lo he dicho, pero estás realmente preciosa.-me gritó Nicolás al oído para hacerse oír por encima de la música.

Yo me reí ante su halago mientras daba otro sorbo a mi bebida.

-Tú tampoco estás mal.- le dije con plena sinceridad y un ligero toque de ebriedad mientras le daba un pequeño golpe con el hombro.

-¿Y la chica de la eterna sonrisa tiene novio?-me preguntó.

Fui a hablar sin pensar y me di cuenta de una cosa. No, no tenía novio. Aunque Lucas fuese algo extraño no era mi novio.

-No.-contesté. Pero la sonrisa coqueta que mantenía se borró en ese instante. No era mi novio, estaba cometiendo el mismo error que cometí en el pasado, fiarme de un chico.

Siempre pensé que me acabaría pasando. Leía demasiados libros románticos como para esperar el amor eterno y enamorarme a primera vista. Pero la realidad era otra. La realidad era una en la que los chicos sólo querían una cosa. En las que los chicos sólo pedían salir a una chica para tener sexo seguro durante el tiempo en el que son novios. En la que el chico...siempre acababa siendo el malo.

-¿Qué?-le pregunté a Nicolás perdida en mis pensamientos.

-Creo que se lo están pasando demasiado bien.- repitió. Busqué en la dirección en la que miraba Nicolás y me encontré a Sara comiéndole la boca a Esteban. No me sorprendía.

-Un nuevo récord.-dije fingiendo que miraba un reloj invisible.- Es la vez que más ha tardado en liarse con un chico.

Nicolás rió y observé a Daniel a su lado. Impasible, bebiendo de una copa. Había pasado la mayor parte del tiempo observándonos pero sin entrar en la conversación. Así que intenté incluirle para que no se sintiese marginado.

-¿Qué tipo de música te gusta?-dije mirándole. Él me sostuvo la mirada un rato y contestó con voz grave.

-Tengo que irme. -puso un billete de diez en la mesa y se fue con paso firme.

-¡Adiós, eh!-dijo Nicolás con sarcasmo.

-¿Qué bicho le ha picado?

-No te preocupes, es así con todo el mundo.-sonrió.

Miró en la dirección en la que estaba la apasionada pareja.

-¿Nos vamos de aquí?

No podía culpar a Nicolás por mi frustración con los hombres y la verdad es que el ruido ya empezaba a ser molesto. Los Manhattans me animaban a confiar en él, y justo en ese momento estaba débil.

-Sí,-contesté.-¿por qué no?

Deambulamos por el centro sin alejarnos mucho del pub, ya que yo tenía que volver con Sara a su casa. Me compró un helado y nos reíamos de cosas ridículas debido a nuestra tasa de alcohol. Pero, pasadas las dos, Nicolás se tuvo que ir pidiéndome perdón a cada segundo. Tenía un importante partido de fútbol por la mañana y aunque no me quería dejar sola no tenía más remedio. Se despidió en la misma puerta del pub.

-Mañana nos vemos.

-Eso espero. -le contesté.

Cuando ya se fue pensé en entrar dentro del pub, pero no quería ser una aguafiestas así que fui a indagar la zona donde antes había sonado esa canción que tanto recordaba. Para ello tuve que alejarme un poco más de lo que quería del pub y cuando doblé la esquina me llevé la mano a la boca.

-¿Qué haces tú aquí?

Nunca he escrito nada en los capítulos. Ningún agradecimiento o anotación. Pero esta vez la veo necesaria. 
Recientemente, un amigo mío a pasado por algo muy duro. Y no me refiero a "oh me han dejado", "mis padres no me entienden" o una de esas chorradas que los adolescentes los catalogamos como un "problema". Me refiero a algo realmente duro. Por ello, quería darle esta pequeña sorpresa y dejarle todo mi apoyo y mi fuerza en estas palabras. Me tienes aquí para lo que sea, como ya te he dicho muchas veces. Y aunque soy inexperta en esto: Lo siento mucho, de verdad. 
Sé que no he sacado mucho el tema pero quería darte mis condolencias aunque nunca era capaz de hacerlo porque prefería hacértelo olvidar. Pensaba que era mejor que no te acordases de eso. Pero he comprendido que no es algo que haya que olvidar...sino algo con lo que hay que vivir, y tener buenos recuerdos. Así que recuerda todos esos momentos inolvidables y no olvides que todos tus amigos estamos ahí para cuando nos necesites.