viernes, 8 de junio de 2012

Capítulo 3. Mirada esquiva.

Pasé el dedo por la frase escrita en la ventana, percatándome tarde, de que con ese roce se borrarían las palabras.

Lentamente, y con su justo toque fantasmal, fueron desapareciendo las letras de fuera a dentro. Mantuve en mi cabeza la idea de que si volvía a echar mi aliento la frase volvería a aparecer.

Tenía que haber sido Lucas, ¿quién si no iba a ser? Le reté a averiguar mi nombre y era la única persona que conocía que podía llamarme “princesa”.

Pero, ¿cómo había averiguado mi nombre? ¿Cómo sabía que me iba a sentar justo en ese sitio? ¿Justo en ese vagón? A menos que...a menos que...

-No, es una idea muy loca-dije para mis adentros.

Lo pensé una vez más para ver si tenía sentido. No, no lo tenía...pero...

Me levanté de un brinco, asustando a una señora que había dos asientos más a mi izquierda. Dejé la mochila en mi sitio mientras me acercaba a la ventana que había al otro lado del vagón.

Aun a sabiendas de que parecería una desequilibrada mental, empecé a a exhalar en el cristal, casi pude notar los ojos de la señora puestos en mí y la frase que resonaba, seguramente, en su cabeza “esta juventud de hoy en día...”

Seguí despidiendo mi aliento en la ventana mientras veía como ésta dejaba ver unas letras: “La princesa se llama Leire” Sonreí y me fui a la otra ventana. “La princesa se llama Leire”
Volví a sonreír, y esta vez terminó en carcajada. Maldito chico...¿cómo lo ha hecho?
¿Había escrito realmente esa frase en cada ventana de cada metro esperando que suspirase en ella?

Y aún quedaba saber, ¿cómo había averiguado mi nombre? ¿Había hecho todo eso por mí?

¿Realmente has hecho todo esto por mí? Lo recordé, maldije mi buena e inoportuna memoria...Por mi cabeza apareció ese nombre maldito, ese nombre prohibido...Daniel. Cerré los ojos con fuerza mientras me apoyaba en la ventana con el puño cerrado. Olvida, por favor, olvídalo dije a mi cabeza. La fuerza de mis párpados creó una pequeña lágrima que cayó rápida y dolora por mi tez. Me limpié rápidamente con la manga de mi camiseta, cogí aire y me giré.

Vaya espectáculo había vivido esa desconocida señora.
Cogí mi mochila y me dirigí a la puerta, que no tenía ningún graffiti dibujado, con lo que supe que ése no era el mismo metro de la otra vez.

¿Realmente has hecho todo esto por mí?

Cerré los ojos y salí del tren, subí las escaleras y me asomé a la mañana. Hoy el amanecer era especialmente bonito, volvía todo dorado y sepia.

Me concentré en el mensaje de Lucas para afrontar el día y olvidar...lo que había recordado.
Entré al patio del instituto y miré extrañada la mano que estaba manchada, como no, de ese extraño polvo negro. Sonreí mientras me lo limpiaba con la otra mano. Miré a los lados pero no vi a Sara, que seguramente estaba en clase dando el último repaso.

Subí las escaleras y le encontré encima de un revoltijo de apuntes, dormida. Me reí en silencio, de la misma manera en la que me acerqué a ella. Me agaché y casi rocé con mis labios su oído.

-¡Sara!-grité con todas mis fuerzas. Asustada, se levantó de golpe y me dio en la cara con la cabeza. Me agaché y me reí con todas mis ganas, la miré y vi que se le había quedado pegado un papel en la frente y estallé de nuevo en carcajadas.

Sara miraba a los lado, perdida. Extrañada se quitó el papel y luego me miró a mí y sonrió.

-Parece que mi suspenso va a valer la pena por tu risa-dijo contagiándose de mis carcajadas.

Paró de reír y volvió su mirada a los apuntes y suspiró mientras se llevaba las manos a la cabeza.

-¿Te ayudo?-pregunté con un sentimiento de empatía por mi amiga.

Ella me miró con sus ojos castaños, igual que los míos.

-Tarde-respondió dando por suspendido el examen-. ¿Qué tal lo llevas tú?

-Bien-me encogí de hombros.

-Como no...propio de la loca listilla-sonrió mientras ponía los ojos en blanco. Cambió de repente de expresión y sonrió, como si se hubiese acordado de algo.

La miré y supe lo que iba a pasar.

-Ahora me vas a contar por qué no pudiste estudiar, ¿verdad? -dije conociéndola.

-Sí, se llama Esteban.

-¿Rubio con los ojos azules?- pregunté.

-¿Cómo...? -dijo sin comprender mi acierto-. ¿Acaso le conoces? -preguntó con más celos de los que pensaba.

-Sara, solo te gustan rubios y con los ojos azules- reí.

-Bueno, el caso es...-añadió- que este sábado hemos quedado...

-¡Genial! -miré su cara y me corregí-. Pues muy...bien -dije sin entender muy bien a donde 
quería llegar.

-Pero, con sus amigos-terminó.

-Oh, no, lo siento pero no -dije negándome.

-¿Por qué? -preguntó como siempre hacía.

-Porque todos los chicos de nuestra edad son iguales, sólo quieren sexo, sexo y sexo, a bueno, y también sexo, pero eso es otra cosa... -dije poniendo los ojos en blanco pero mi voz se quebró, dolida-. Sólo cambian su rutina para cortar contigo e irse detrás de otra mejor -dije enfurecida con el pasado.

Ella me miró, sabiendo que lo que estaba diciendo me dolía. Sara me apoyó durante todo lo que ocurrió y estuvo conmigo animándome.

-Sabes que él no te dejó, ¿no? -me miró con ojos tristes- Y tampoco se fue con otra.

-Ojalá lo hubiese hecho -contesté-. Sería más fácil odiarle...

El timbre sonó, y puso una mano en mi hombro para hacerme saber que podía contar con ella, asentí y me fui a mi sitio mientras la gente llegaba.

Pasaron las clases y el examen. Durante el recreo no nos vimos debido a que tenía que irme a unas prácticas de Matemáticas.

Suspiré aliviada cuando nos volvimos a encontrar y saqué el tema que había estado rondando por mi cabeza en todo el día.

-¡Por cierto! ¿A qué no sabes que ha ocurrido? -saludé. Ella me miró expectante de cotilleos- ¿Te acuerdas de Lucas?

-Sí, tía, me lo contaste ayer. Se me da mal estudiar pero no tengo una memoria de pez-reí y ella prosiguió-. ¿Qué ha pasado? -dijo reluciente estando en su campo, los chicos.

-¿Te acuerdas que le desafié a averiguar mi nombre? -dije motivada mientras ella asentía-. Pues esta mañana, viniendo hacia aquí con el metro...

-Te lo encontraste- afirmó.

-No -volví a alzar las comisuras de mi boca ante la impaciencia de Sara-. Me ha dejado un mensaje.

-¿Cómo ha averiguado tu número?- dijo extrañada.Me reí por enésima vez en ese día.

-Me ha dejado un mensaje, pero no en el móvil, ¡déjame acabar! -sonreí-. Estaba en el metro, apoyada a la ventana, -Sara esperaba silenciosa, algo raro en ella- suspiré y se empañó el cristal y había una frase que ponía “La princesa se llama Leire”.

Gritó mientras se tapaba la boca con las manos y dio unos pequeños saltos.

Seguí contándole la historia, describiéndole incluso a la señora que me miraba extrañada.

-A lo mejor es un acosador -dijo Sara después de un rato-, o un maníaco.

-O puede que sea inmensamente dulce -defendí.

-Puede -dijo pensativa-. Pero él puede que sólo busque sexo, sexo y sexo.

-Sí, pero con lo que ha hecho...

-Es un chico de nuestra edad -dijo retomando el tema de antes- Y ellos solo piensan en una cosa...

-¡Vale, vale! -me rendí viendo a donde quería ir- Iré.

Ella aplaudió entusiasmada de que hubiese aceptado.

Nos despedimos y yo caminé a la parada de metro con más energía que nunca. Me puse mis 
cascos, busqué una canción con un tiempo parecido al ritmo de mis pasos y me encaminé al puente.

No hubo ninguna otra señal del chico misterioso. Decepcionada, salí del metro y me fui al parque donde oí unos extraños ruidos.

-¿Eres idiota o que te pasa?-preguntó una voz.

-Mira quien fue a hablar, el campeón de los idiotas -se burló otra voz-, enhorabuena por el primer puesto, por cierto.

Escuché más golpes.

No quería meterme en una pelea callejera o algo así, pero mi curiosidad y mi obligación del deber desequilibraron la balanza.

El parque era frondoso, ya que era un jardín botánico en realidad y parecía una selva salvaje con bonitos caminos artificiales.

Aparté la hoja de una pequeña planta para observar y que no me viesen.

Había tres chicos de pie y un cuarto en el suelo. Uno de los que estaban levantados le cogía de los pelos manteniendo de esta manera su cabeza alzada.

-Atrévete a insultarme otra vez y te la cargas-dijo el que le sujetaba, era el más corpulento de los tres y por ello parecía el “jefe”, por así decirlo.

El chico del suelo rió, con una risa dulce y apagada, le salía sangre de la boca, lo que amortiguaría el sonido. Solo se le veía la boca ya que lo demás estaba tapado con su pelo negro, revuelto y sucio por la pelea.

-Ojalá se me ocurriese un buen chiste ahora que relacionase tus estúpidas amenazas con tu apariencia a mono de feria.

-¿Me estás llamando mono de feria? - preguntó el grandullón sin enterarse muy bien de lo que había dicho el chaval.

-¡¿Acaso me has oído gilipollas?!-gritó el chico del suelo que recibió una nueva tanda de puñetazos en la cara.

No pude verlo más. No tenía esperanzas pero no quería seguir viendo esa escena. Ojalá se fuesen al ver a alguien más o al menos fuesen lo demasiado cínicos como para no pegar a una chica.

-¡Basta!-grité con los ojos cerrados mientras salía de mi escondite con la esperanza de ponerle fin a la pelea. Me encontré lo suficiente cerca como para ver mejor la sangre que emanaba de la boca del muchacho, manchaba todo su camiseta blanca de un rojo escarlata.
El grandullón soltó los pelos del chico, y su cabeza se fue al suelo de un golpe. Los otros dos abusones se giraron a verme.

-Mirad a quien tenemos aquí -se acercó el grandullón-. Tu ángel de la guarda ha venido a rescatarte -sus “secuaces” rieron ante su comentario. Era moreno, tanto de piel como de pelo. Tenía mucho vello en los brazos y en las piernas. Su nariz era enorme y sus cejas casi se juntaba. 

-Normal que no pueda él solo -le encaré con una valentía que no conocía de mí-. Sois tres contra uno.

-¿Otra listilla se nos une al grupo? -el gorila se acercó a mí y me acarició la mejilla con su sucia mano.

-Eres demasiado guapa como para arriesgarte por este enfermo. -dijo señalando al chico del suelo que estaba medio incorporado pero seguía sin ver su cara. Pareció escupir y gruñir a la vez la última palabra- Tu lugar está conmigo, preciosa.

Me cogió la cabeza y me la apartó a un lado de un brusco movimiento, dejando de esta forma mi cuello libre. Él se acercó e inspiró.

-Hueles a rosas, preciosa -me empujó, girándome contra un cartel informativo de una flor. Echó mi cabeza para atrás cogiéndome de mi pelo. Estaba completamente tirada encima del panel en un ángulo de unos 45º. Levantó mi camisa hasta que pudo ver la hebilla de mi cinturón y empezó a desabrocharlo.

-¡No! ¡No!- grité- ¡Suéltame! ¡QUÉ ME SUELTES SUBNORMAL!- le abofeteé.

Pasó la mano que tenía en mi cinturón por la zona roja de su cara.

-Ahora sí que te lo has ganado -dijo con los ojos enfurecidos.

Cogió el cinturón y prácticamente lo arrancó. Agarró mis pantalones vaqueros y desabrochó el botón y bajó la cremallera.

Me resistí, me revolvía como podía contra el gorila. Miraba a todos los lados buscando una mano amiga. La gente no solía cruzar ese parque.

El gorila se abrió paso con la mano dentro de mis pantalones. Busqué ayuda en mis piernas pero no podía darle patadas ya que las tenía inmovilizadas con sus rodillas.

-¡No! -grité con tanta rabia que se escurrió una lágrima por mi mejilla- No por favor...-dije esta vez casi sin fuerzas.

Oí dos golpes y abrí los ojos para poder ver al gorila cayéndose al barro. Los otro dos abusones, de la misma apariencia que el gorila, estaban en el suelo y el chico se encontraba de pie, con la cabeza levemente inclinada para tapar los ojos con su flequillo y con una vara de hierro en la mano que tiró al momento

Colocó las manos en mi cadera y se guió yendo con las manos por la cinturilla del pantalón hasta donde estaba la cremallera, la cual subió. Cogió el botón y lo abrochó, me colocó la camiseta por fuera.

Le miraba en estado de shock, con los ojos llorosos. No era capaz de hacerlo por mi misma.

El chico me dio la mano para guiarme. No se la cogí en un principio, desconfiada, pero después caí en que los tres idiotas podían recobrar el conocimiento en cualquier momento.

-No tenemos tiempo princesa- me urgió.

Un momento, ¿me acaba de llamar princesa?

6 comentarios:

  1. ME EN-CAN-TA :)
    te dejo mi novela por si la quieres leer, es sobre One Direction: http://1dpaularomerohidalgo.blogspot.com.es/2012/05/capitulo-1.html

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  2. asdasdkjhgaskdskjd ME ENCANTA ME ENCANTA Y ME REENCANTA. Sigo viendo similuteds con Sara, a mi también me gustan rubios y de ojos azules AJAJJAJAJAJAJAJA Pero a lo serio, Me parece INCREIBLE lo de Lucas, que amor de chico y más cuando la salva, jope, es demasiado increíble todo, me he enamorado *_____* ajajaja Un besaaaaazo :)

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