jueves, 31 de mayo de 2012

Capítulo 1. Una mañana de lunes.

La oscuridad del vagón del metro invitaba a descansar. Iría dormida de no ser por la música que salía de los auriculares que se encontraban en mis oídos, pero aún así mi cabeza caía irremediablemente contra el cristal de la ventana. Parpadeé un poco para evitar adormecerme del todo.

De golpe, sentí la luz del Sol en mi cara como una bofetada al salir del túnel, lo que hizo darme cuenta de que llevaba los ojos cerrados. Me había dejado llevar por el sueño sin percatarme. Como método de prevención, subí el volumen de la música y aparté mi cabeza de la ventana .

Fuera, todo mantenía la típica tonalidad otoñal de un amanecer, pero, rápido como un rayo, desapareció el paisaje cuando el vagón volvió a sumergirse en las sombras del túnel, su hábitat natural.

El transporte estaba casi vacío a esa hora, tenía enfrente a un hombre trajeado y había dos hombres más que ocupaban otros asientos. Pero siempre lejos, siempre manteniendo un espacio vital. Era curioso que siempre buscábamos un espacio, un hueco que nos situase lo más lejos posible de la gente, pero a la vez nos tranquiliza ver que hay alguien más.

Miré el letrero electrónico, quedaban tres paradas para llegar a mi instituto y tenía que aguantar despierta hasta entonces. Bostecé para serenarme.

Una voz amable y artificial, que oí justo en el silencio de la canción que estaba escuchando, nos informó de la llegada a mi antepenúltima parada. El chirrido estremecedor de los frenos se hizo paso a través de la canción. Siempre se me ponía la piel de gallina con aquél ruido.

El hombre trajeado que tenía delante cogió su maletín y salió por las puertas que se abrieron automáticamente. Sin haberme dado cuenta hasta ese momento de las ganas que tenía, reposé mis piernas en el asiento que ahora se encontraba vacío. La canción se acabó y empezó una lenta que pasé rápidamente ya que mi objetivo era despertarme.

Unos pitidos avisaron de la cerrada de puertas y vi como lentamente las mitades de un graffiti volvían a juntarse; pero, de improvisto, un chico entró corriendo.

Las puertas se cerraron tras él y dos policías que le perseguían se quedaron en la parada sin poder atrapar al joven. Éste sonrió bajo su capucha y sus gafas rojas ray-ban, aquellas que se parecen a las que te dan en el cine al ver una película en 3D. Se le veía despierto y travieso aun sólo pudiendo ver su boca y parte de su frente. Parecía el típico chico que las madres rezan por no tener como hijo. Se giró a tiempo de poder ver alejarse a los dos policías mientras se despedía de ellos con la mano.

Sutilmente, me quité un auricular de mi oído para estar más atenta.

Sus gafas, de lentes negras, impedían ver sus ojos que imaginaba que realzarían su picardía. Le dio la espalda a las puertas mientras el vagón entraba de nuevo en el túnel, dejando atrás la parada con los dos frustrados policías.

El chico me miró, o eso parecía y sonrió hacia un lado. Se acercó y se dejó caer en el asiento que había al lado de donde descansaban mis piernas. Se quitó la capucha y pude ver su cabello, liso, más negro que una medianoche, que caía sobre su frente de manera despeinada.

-Hueles demasiado bien princesa-dijo con una voz pausada y dulce- Creo que es algo como ilegal.-añadió con una sonrisa seductora.

Me extrañó la confianza que emanaba de él y la forma tan sencilla en la que podía hablar con una desconocida. Su manera de expresarse parecía muy natural y casual, como si fuese un amigo de toda la vida que te preguntase un día, como otros muchos, “¿qué tal?”.

Me encogí sutilmente en mi asiento, haciendo ademán de olerme a mí misma, no creía haberme echado tanto perfume como para que se pudiese notar a esa distancia.

-Y no me refiero a ese horrible olor a mora que oculta tu olor natural. Eres mejor que ese fruto silvestre.

Halagada y extrañada de una sola vez dije lo primero que se pasó por mi mente:

-¿Hablas tú de ilegalidad?-pregunté refiriéndome al suceso que acababa de ocurrir.

-¿El qué? Yo no he visto nada-dijo divertido.

Movió la cabeza de una sacudida para apartarse el pelo que se le metía en los ojos por debajo de sus gafas rojas.

Llevaba un camiseta negra, medio oculta con una cazadora verde y una bufanda gris. Sus pantalones vaqueros eran estrechos pero sin llegar a pitillos e iba rematado con unas converses rojas a juego con las gafas.

-Eres de pocas palabras, ¿eh?

-A ciertas horas de la mañana aún no soy persona.

-¿Entonces qué eres?-dijo esta vez con aire pensativo, algo que me pilló de improvisto.

Cansada y esperando sorprenderle susurré:

-Soy un borrón, algo más traslúcido que una sombra y más silencioso que las pisadas de un gato, no hablo ni hago ruido, sólo bostezo.

El chico se quedó un rato mirándome y luego se colocó mejor en el asiento.

-¿Eres siempre tan imprevisible? ¿O simplemente te gusta la poesía?

-Me gusta leer, pero si dijese que sí sería previsible.

Rió y yo sonreí.

El metro se volvió a parar y miré medio asustada por la ventana el nombre de la parada. No había oído la voz que avisaba de ella.

-Me gustan las cosas que no puedo prever-añadió- ¿Y qué hay de ese arrebato poético y filosófico que te ha dado?

Por fin empezaba a estar despierta, y aunque no lo conocía y hablaba con demasiada confianza en sí mismo, empezaba a darme cuenta de que era listo por la forma en la que me respondía.

Intenté relajarme un poco y dejar de ser tan rígida como había parecido en primer momento.

-Efectos secundarios de un lunes por la mañana-sonreí mientras recogía los auriculares y los guardaba en mi mochila.

El metro llegaba a mi destino. Me levanté con cierta pereza y me coloqué la camiseta.

-La próxima vez que nos veamos, no lleves ningún tipo de colonia-dijo a modo de despedida.

-Ni tú las gafas.-contesté con mucha curiosidad de ver sus ojos.

La voz invisible del tren avisó de nuevo de una parada, que esta vez, era la mía.

-Lucas, sé que te lo estabas preguntando,-el chico listo volvía a tener razón- ¿y tú?
Me acerqué a la puerta que él había cruzado antes e intenté rascar con la uña el graffiti.

-Si quieres volver a verme, averígualo.

Salí a la parada y miré atrás. Podía ver que la sonrisa volvía a los labios de Lucas y me contagió.

Observé como desaparecía el transporte, llevándose consigo al chico misterioso que burló a la policía.

8 comentarios:

  1. Me parece muy mal que no tenga comentarios este capitulo, lo acabo de leer y es genial, pinta muy bien la historia y es la típica que me engancha a mí... asdkasjhdaskdahs!!
    Escribes genial, un beso :)

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    1. Jajajaja voy a responderte todos los comentarios jajaja
      Muchísimas gracias por leerla!! cómo llegaste aquí?
      Un besitoo!!
      (Ahora mismo estoy motivada porque has dicho que es la típica que te engancha weeeeee)

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  2. Hola! Acabo de leer el capitulo y quiero decirte que escribes de maravilla chica! Cuándo llegue al último capitulo que has subido, comentaré. Pero que sepas que tienes una lectora más.

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    1. weeeeeeeeeeee!!
      Adoro y amo tener más lectores ^^
      Muchísimas gracias! espero que te guste mucho! :D

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  3. Holaa! soy nueva lectoraa, me encanto el primer cap =) escribees super genial!

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    1. o.O muchísimas gracias! Y eso que creo que mi peor cap es el primero! Muchas gracias por subirme hoy el ánimo :D

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  4. Hola que tal??? He empezado a leer y me encanta, es una de esas historias que esperas que te pasen a ti y que te enamoran...me encanta!!!

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    1. Oh! Graciaaas!! Pues si quieres dame tu twitter y te aviso siempre que suba que me hace mucha ilusión tener lectores nuevos!
      Weeeeeeeeee!
      Muchas gracias y espero que te guste!
      Un besito! :D

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